Es sorprendente la cantidad de fans de los JRPG que han aparecido estos últimos meses desde que se anunció la publicación de Ni No Kuni en tierras europeas. Solo hacía falta que el Studio Ghibli estuviese implicado en el apartado gráfico para que todo el mundo aclamase el juego de Level 5 como la vuelta a los orígenes de los juegos de rol y el renacimiento del género, en un momento en el que el declive de Square Enix es cada vez más evidente y los juegos de este tipo con un gran presupuesto detrás son cada vez más escasos.

Las alabanzas en los foros y las altas notas en los análisis no suelen ser algo de lo que te puedas fiar cuando se trata de un juego que ha recibido tanta publicidad y expectación. La gente suele hacer oidos sordos a los fallos y los hace pasar por virtudes, así que lo más seguro es probar el juego por ti mismo, y eso es lo que voy a hacer.

Comenzamos la historia con el cuento de un niño que vivía con su madre en el pequeño pueblo de Motorville, más conocido como Detroit. Un niño muy bueno pero también algo revoltoso, que no ve ningún problema en escaparse de casa para probar el prototipo de coche construido a piezas de un amigo.

Por la noche.

Junto a un río.

Mientras el amigo le va diciendo: «si no nos ve nadie puedes montar tú primero».

Os imagináis donde acaba esto, ¿verdad? Si digo que la madre tiene que actuar y que el niño se salva tampoco será muy difícil deducir el resultado final, y más teniendo en cuenta la implicación del Studio Ghibli: sí, la madre muere y el niño queda huérfano.

Esta es la escena introductoria del juego, que es narrada en parte con unas deliciosas escenas animadas a cargo de Ghibli y en parte moviéndote por el entorno y viendo unos personajes modelados en un 3D con estilo cell shading para asemejarse a la calidad de los dibujos animados.

El contraste inicial es bastante malo, pero a medida que las escenas de Ghibli se van haciendo más escasas dejas de notarlo y te acostumbras, que remedio. Aunque normalmente las escenas están generadas con el motor del juego y son completamente habladas (en inglés, traducidas al español) también hay otras que son simplemente frases escritas sin ningún tipo de voz para acompañarlas. Como los juegos de 16 bits que todo el mundo quería que emulase este Ni No Kuni, vamos.

Esta transición de doblado-mudo transmite una sensación de desidia y de producto de baja calidad que no le favorece en nada, sobre todo teniendo en cuenta que hay muchos juegos en la actualidad con todo su diálogo hablado. La sincronización labial es también bastante mala, con las bocas abiertas de par en par hablando mientras el doblador está callado. Mejora poniendo las voces en japonés y supongo que es algo difícil de solucionar por completo, pero no costaba tanto ponerle un poco más de empeño al doblaje.

Y aún con estos pequeños fallos, es difícil no enamorarse a primera vista del juego. Los gráficos de anime clásico, la música que acompaña a la perfección estos primeros compases y que te transporta a un pueblo americano de película de los años 50, el drama por el que tiene que pasar el pequeño Oliver… El inicio es guiado y consigue su objetivo de hacernos empatizar con la situación en la que se ve Oliver, aunque haya sido por su culpa.

El último golpe de genio para hacernos querer continuar con la historia es la aparición de Drippy. Este pequeño personaje con un farolillo en el extremo de la nariz es el rey de los duendes de un mundo paralelo llamado Ni No Kuni y necesita la ayuda de Oliver, el elegido puro de corazón, para salvar al mundo del malvado mago Shadar.

En este punto tengo que llamar la atención hacia la increíble labor de doblaje del actor que se encarga de Drippy (ya descubriré quien es cuando vea los créditos finales) , que con su acento galés y su verborrea constante nos vende de forma excepcional al personaje. Lo he probado a poner en japonés y el resultado es el mismo, excepto que no entiendo ni una palabra de lo que dice.

En cuanto llegamos a Ni No Kuni comienza el verdadero juego. Nos enseñan el sistema de combate, aprendemos a lanzar hechizos y a pelear con únimos, a equiparlos y mejorarlos y también a curar a los «descorazonados», personas a las que Shadar les ha robado una parte del corazón.

No sé porqué han traducido como «únimo» el ya conocido «familiar», que seguro que todo el mundo asocia a un espíritu en el cuerpo de un animal y que está ligado al mago, siéndole obediente.

Estos únimos son el corazón del combate: puedes equiparte hasta 3 distintos y lanzarlos para que peleen por tí. Y menos mal, porque el daño que hace Oliver pegando es de risa (normal, ¿siendo un mago qué hace golpeando con una varita?) aunque siempre tiene a su disposición un arsenal creciente de conjuros.

El combate es completamente en tiempo real. Te mueves por el escenario esquivando ataques mientras das órdenes a tu únimo: ataca, defiéndete o haz algún ataque especial. La vida que le quiten a él también la perderás tú, y la magia que use en sus habilidades también se gastará de la tuya.

En cualquier momento puedes retirarlo del combate (o cuando queda exhausto y no puede seguir) y continuar tú o sacar otro únimo. Te van explicando algunas opciones más, como los contraataques, la necesidad de defenderte ante ataques poderosos de los enemigos, la aparición de orbes de salud y magia que pueden soltar los enemigos al golpearles o que cada únimo es de un signo distinto y según el tipo tienen fortalezas o debilidades contra otros, pero básicamente esto es todo.

Solo hay un caso en el que se para el combate, y es cuando estás eligiendo un únimo, el objetivo de tu ataque, o un conjuro u objeto. El resto del tiempo más te vale vigilar lo que sucede a tu alrededor.

Más adelante se unen compañeros a tu aventura, pero a veces son más un estorbo que una ayuda. Les gusta demasiado gastar sus puntos de magia y quedar luego desprotegidos, y aunque cambies las tácticas no te servirá de nada porque casi no hay opciones. Una de ellas, «sin poderes», podría ser útil para los combates normales en los que gustan comenzar siempre con el ataque más poderoso que tienen contra un simple conejo, pero puedes quedar vendido si de repente aparece un jefe y tienes que cambiar la táctica a toda prisa.

El combate es divertido pero no está exento de problemas. Quizá es porque estoy aún al comienzo del juego (¡aunque llevo ya 15 horas!), pero aunque tengo muchos únimos que podría ir alternando durante una pelea he acabado usando solo el que me dieron al inicio. Creo que el problema es que el primero lleva subiendo de nivel más tiempo y es más fuerte. También es por que el resto tienen habilidades mágicas y no parecen ser muy útiles cuerpo a cuerpo, y no me he encontrado ningún enemigo que resista los ataques físicos.

Así que todo se resume en: saco al únimo, ataco y defiendo cuando toca y si me veo bajo de vida recojo orbes por el campo de batalla o cambio a Oliver para curarme, mientras me muevo para que no me golpeen. Las peleas pueden ser difíciles en ocasiones (más bien largas) pero no parecen exigir otra estrategia.

Tampoco puedo pedirle mucho más a un juego de rol. Se pueden contar con los dedos de una mano las estrategias que suelen estar disponibles en cualquier juego de este tipo, así que no me quejo por lo repetitivo que puede llegar a hacerse el combate, sobre todo porque de momento no me ha pasado. Sí, me he escabullido de alguna pelea (pero es que ya llevo nivel de sobra) pero no suele importarme meterme en fregados.

De momento el resto del juego me está pareciendo fabuloso, con un mapamundi por el que moverte y encontrar enemigos y objetos, y otras zonas (mazmorras, bosques, ciudades) entre medio con un sabor a dibujo animado exquisito. Solo tengo que mover un poco la cámara y ver cuevas y montañas a las que no tengo acceso de momento, lo que siempre es un aliciente para hacerte continuar hasta que llegue el momento de poder entrar a visitarlas.

Acabo este resumen tras coger el barco, que me da acceso al mar y al resto de continentes de Ni No Kuni. Estoy deseando irme de aventuras y conocer mundo, y os lo contaré todo en la próxima entrega de este diario de juego.

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