Análisis: Muramasa, The Demon Blade

14 de enero de 2010 a las 4:08 pm

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Vanillaware, el estudio que nos trajo hace unos años aquella pequeña maravilla llamada Odin Sphere para PS2, vuelve a sorprendernos con otro juego de la misma calidad gráfica y jugable.

Muramasa: The Demon Blade es uno de esos juegos que no dejan indiferente a nadie gracias sobre todo a su presentación. Su mayor punto a favor es esa sublime ambientación conseguida gracias a unos magníficos gráficos pintados a mano que recrean el Japón feudal, y una banda sonora a la altura que sabe adaptarse a cada uno de los escenarios.

Estamos frente a un juego de acción en el que seguiremos las historias de Kisuke y Momohime. Kisuke es un ninja que ha perdido la memoria y es perseguido por un crimen que no recuerda haber cometido. Momohime es una princesa poseida por el malvado Jinkuro y que es forzada a partir en busca de una espada maldita.

Los dos personajes se verán envueltos en contra de su voluntad en una serie de aventuras que, como no, les llevarán a recorrer los caminos de Honshu y otros reinos menos terrenales.

Las dos historias son completamente independientes y no hay más que un pequeño cruce entre los dos personajes mientras se bañan en las aguas termales. No penséis mal, Kisuke es todo un caballero.

Podemos elegir comenzar por cualquiera de los personajes, e incluso ir saltando de uno a otro según nos apetezca. Tal como está situado en pantalla, parece que la intención sea que empecemos por la historia de Momohime y luego la de Kisuke, aunque me ha dado la impresión que la de Kisuke es más fácil y corta, y quizá sea más adecuada para comenzar.

En los dos casos recorrerán las mismas zonas de un mapa bastante amplio, pero cada uno de ellos se moverá por lugares específicos marcados por su historia, así que habrá ocasiones en que pasaremos por escenarios que no habremos visitado aún aliviando así la sensación de haberlo visto todo antes cuando nos toque jugar la segunda historia.

momohimeY hablando de la historia… ¿que tal es? Pues debo decir que no me ha convencido en absoluto, es simplemente un pretexto para visitar varios lugares y derrotar a varios jefes. Todas las historias son así, claro, pero aquí el problema se ve agravado por lo simple que es y la mala localización que han hecho del japonés.

No hay más que escuchar lo que dicen y leer los subtítulos para comprender que faltan cosas. Es posible que no todos los recortes fuesen importantes, y que solo le quiten «gracia» a las conversaciones o detalles que no tendrían sentido para un occidental, pero habiendo sitio en la pantalla podrían haberlo traducido íntegramente.

Entre eso y lo ajenos que pueden resultar para muchos los nombres de personas o lugares japoneses que van salpicando los diálogos sin que vuelvan a aparecer nunca más, o las acciones y motivaciones de los personajes basadas en un extraño sentido del honor, la historia queda relegada a un segundo plano y no le haremos mucho caso excepto para saber nuestro próximo destino, que por suerte aparece en pantalla cada vez que cambiamos de fase.

El mapa de la región está compuesto por varias zonas diferenciadas, unidas entre sí por distintos caminos por los que puedes llegar a las zonas adyacentes. A veces los caminos están bloqueados por barreras mágicas, que solo podrás romper con la correspondiente espada.

Una zona es un grupo de pantallas. Estas pantallas son normalmente lugares bastante pequeños, en los que entras por un lado y sales por el opuesto. A veces una zona son 8 o 10 pantallas colocadas en fila, otras hay algún desvío que puedes tomar para llegar a algún otro camino o destino secreto.

Esta división del juego en pantallas no me convence, pero gracias a eso han delimitado el área en el que se desarrollarán los combates y, porque no decirlo, la facilidad de reusar los gráficos y presentarnos pantallas clónicas unas de otras.

Además, al dividirlo en pantallas queda todo más contenido: mientras andas por ellas puedes ser sorprendido por un combate, o encontrar algún cofre u otro objeto mal escondido, o saltar de un lado a otro para conseguir las almas que te permitirán forjar espadas.

Se nota que no han pensado en dotar al juego de ni tan siquiera un pequeño elemento de exploración, porque la parte de «plataformeo» (entre comillas porque la dificultad es cero y la variación también) consiste en saltar entre rocas o ramas colocadas prácticamente en el mismo lugar en cada pantalla para conseguir las almas o algún objeto normalmente de curación.

Mientras vas caminando por el mundo de Muramasa irás encontrando personajes con los que hablar. A veces están en medio del bosque, pero normalmente se encuentran en lugares habitables (pueblos, ciudades, en la costa)

Estos personajes no tienen gran cosa que decir, y los únicos importantes son los vendedores y los que te pueden transportar a otras zonas, ya sea por barco o en palanquín. Además habrá monos que te llevarán a las aguas termales para recuperar tu salud, o un zorro con forma humana en los puntos de guardado (que son bastante habituales, por cierto)

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Gráficamente el juego es generalmente precioso. Pintado a mano, los decorados son sin duda lo mejor del juego, con varios planos de scroll para crear de forma efectiva la sensación de distancia y con animaciones sencillas para dar vida a los escenarios. El uso del color es también muy adecuado, y hay pocos lugares que transmitan monotonía. Quizá los peores sean los montes nevados y algunos bosques, sobre todo en los que tenemos que movernos por las ramas y que son demasiado estáticos.

Los jefes finales también han sido tratados con cariño y son originales y a menudo con proporciones gargantuescas. Arañas y ciempiés gigantes, demonios de los que casi solo se ven los pies o los puños conviven con enemigos más tradicionales como pequeños monstruos o arqueros a caballo.

Como constraste tenemos tanto al resto de enemigos como a los personajes principales o que nos encontramos en los pueblos. Éstos tienen un estilo más sencillo y a veces incluso caricaturesco. Como está todo hecho a mano, las animaciones son quizá el punto débil de Muramasa. No quiero decir que sean malas, solo que se ven claramente «anticuadas» respecto a la fluidez de movimientos a la que estamos acostumbrados hoy en día.

La banda sonora encaja perfectamente con el juego, con melodías claramente japonesas. No soy dado a fijarme en la música, y mucho menos a recordar los temas, pero no me puedo quitar de la cabeza el que suena mientras entras a un restaurante a comer. Cada uno de los temas que suenan es adecuado a la situación, desde la calma de las ciudades o el campo al apremio cuando te acercas a tu destino.

En los efectos de sonido han tenido menos acierto, aunque tampoco es un punto en el que sobresalgan muchos juegos. En ciertas pantallas se puede escuchar sonido ambiental, y los saltos, golpes y explosiones también tienen su sitio. Está completamente hablado en japonés pero no puedo opinar de la calidad de la interpretación. Se deja escuchar, así que supongo que no debe ser muy mala.

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Ahora que hemos visto por encima como es el juego, nos falta hablar de su jugabilidad, que después de todo es la parte más importante.

En cada una de las pantallas en las que entras puede haber un combate. Cuando eso sucede, tu personaje saca la espada y se dispone a enfrentarse a todo el que se le ponga delante, ya sean ninjas, arañas o demonios. A medida que transcurra el juego irás consiguiendo espadas cada vez más potentes.

El combate es rápido, saltarás de un lado a otro haciendo combos (te van contando los golpes seguidos que haces) y usando los pocos movimientos que tienes a tu disposición.

Básicamente se trata de pegar con la espada (de pie, agachado o saltando) pudiendo mantenerte en el aire durante unos segundos mientras sigues golpeando. Hay otro golpe que requiere cargar la espada, pero yo no lo usé nunca. Como puedes ver, no hay mucho de lo que hablar en lo referente a los combos disponibles. Naturalmente puedes bloquear los ataques enemigos, e incluso deflectar sus proyectiles contra ellos.

Hay dos tipos de espadas, unas con mayor poder y otras más adecuadas para pelear en el aire. Además de los golpes básicos, cada espada tiene un arte secreto. Mientras vas consiguiendo espadas tendrás que averiguar cuales de estas artes son las más útiles en combate, lo que te condicionará su uso. Aunque una espada haga menos daño que otra, su arte puede hacer que merezca la pena usarla en combate, por ejemplo porque afecte a todos los enemigos.

A medida que usas las espadas se irán desgastando. Cuando se acabe su poder se partirá y no podrás usarla durante un tiempo. Puedes llevar 3 espadas a la vez, e ir cambiándolas cuando lo necesites. Cuando una espada se recupera por completo puedes hacer un ataque especial que golpea a todos los enemigos en pantalla.

Para evitar que las espadas se partan existen objetos que encontrarás por el mapeado, o te venderán los personajes que te encuentres. Además, naturalmente hay objetos curativos o que afectan las peleas de alguna forma. También puedes guisar si tienes los ingredientes y los libros de cocina adecuados. Además de recuperar la salud te otorgan algún efecto útil durante un corto periodo de tiempo.

El juego es tan difícil como tú quieras hacerlo, gracias a los dos niveles dificultad (más uno desbloqueable). En el modo normal no tendrás problemas para combatir, en cambio en el difícil sudarás tinta si no eres un veterano en este tipo de juegos. En este modo me mataron varias veces los enemigos normales, y fui incapaz de pasar del primer jefe. La cantidad de vida que te quitan por cada golpe es exagerada en comparación al modo normal.

Por suerte (o lamentablemente, según lo que opines de lo desafiante que debe ser un juego) si te matan vuelves a aparecer en la misma pantalla sin ninguna penalización, y con todos los objetos que hubieses usado recuperados.

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El combate sería lo más entretenido del juego… si no fuera porque existe la opción de forjar nuevas espadas. Es esta característica lo que hará que sigas jugando para poder combatir contra más enemigos y conseguir las almas necesarias para mejorar tus espadas.

Una espada se forja con almas y espíritus. El espíritu lo consigues comiendo (vaya usted a saber porqué) y las almas salen de los enemigos muertos, aparte de otras que puedes recoger por los niveles, cual monedas en un juego de Mario.

Cuando entras en la pantalla de forja de espadas verás un árbol, que comienza en las espadas iniciales de Kisuke y Momohime y que se va bifurcando en nodos con prerequisitos unos de otros. Haz una espada, o arrebátasela a un enemigo final y se abrirá otra parte del árbol con nuevas espadas que forjar. Cada una de ellas necesita un cierto nivel de fuerza y vitalidad, así que solo podrás empuñar las adecuadas a tu nivel. Hay objetos que te dan más fuerza o vitalidad, y con ellos podrás usar espadas mejores de lo que deberías. Nunca está de más esa ayuda extra.

Hay 108 espadas, y las últimas requerirán de muchas horas de juego hasta que tengas los requisitos mínimos que piden.

kisukeLa forja de espadas es el aspecto que alarga la vida del juego hasta niveles insospechados. Una vez hayas acabado la historia de uno de los personajes podrás continuar jugando. A partir de entonces se desbloquean las zonas del mapa que estaban cerradas (la última espada que consigues te permite romper el último tipo de barreras) y tienes acceso también a guaridas especiales donde habitan monstruos más poderosos.

En ciertos lugares del mapa hay unas entradas a cuevas protegidas por una barrera. En cuanto consigues la espada capaz de romper la barrera de su color puedes entrar, pero antes te avisan del nivel recomendado que deberías tener. Si lo tienes, adelante, las recompensas pueden ser suculentas.

De esta forma puedes conseguir espadas que te abrirán una parte más del árbol de forja, y fuerza y vitalidad suficiente para manejar nuevas espadas.

Y lo mejor viene cuando acabas la historia con los dos personajes: a partir de entonces podrás usar todas las espadas, ya sean de Kisuke o Momohime, y las espadas que necesitaban para ser creadas tener una del otro personaje por fin estarán a tu disposición.

Llega hasta la última espada y aún te aguardan más sorpresas: según las espadas que lleves equipadas a la pelea del último acto, cambiará el final del personaje. Hay varios finales, y aún más extras a conseguir.

En definitiva, tienes juego para rato. Si solo quieres terminar las dos historias emplearás unas 15 horas, pero como te animes a crear espadas…

 

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