Es habitual publicar un videojuego coincidiendo con alguna pelÃcula de una franquicia famosa o reconocida. Este es el caso de Los Pitufos 2, un juego de plataformas sencillo pensado para los más pequeños, desarrollado por WayForward y publicado por Ubisoft. Como todos los juegos que hace Ubisoft aprovechando una licencia es competente sin más, algo que ya es un logro en sà mismo si lo comparamos con los de otros editores. Además, está completamente doblado al castellano.
Si no has visto aún la pelÃcula el juego hace un buen trabajo contándote la trama principal, aunque en la pelÃcula van casi directos a la fase final y en el juego obligan a los pitufos a visitar unos cuantos sitios más sin ninguna relación. El enemigo vuelve a ser Gargamel, ayudado esta vez por dos nuevos esbirros creados con la misma fórmula que la Pitufina. Ella es secuestrada y el resto de los pitufos tiene que rescatarla, al más puro estilo Mario.
Tendrás que avanzar a lo largo de seis mundos, pasando por zonas como bosques encantados, tundras árticas y montañas de lava. La diferencia principal es el decorado de fondo, porque el diseño de las plataformas y enemigos que te encontrarás son prácticamente constantes durante todo el juego, añadiendo únicamente algún detalle como flores que te llevan al saltar sobre ellas o interruptores que hacen aparecer nuevas plataformas.
Hay varios pitufos a elegir, y al pasar fases vas rescatando a otros que luego puedes usar en el juego. Es una lástima que muchos de ellos se comporten igual: Papá Pitufo, Fortachón y Bromista lanzan objetos contra los enemigos, Valiente y Gruñón pueden romper bloques, Filósofo tiene un salto doble y Pitufina planea… La variedad la pone Torpe, que rueda por el suelo y Vanidoso, que se puede quedar congelado en el aire durante unos segundos.
Al final de cada fase te puntuan por las bayas azules recogidas (usadas tanto como puntuación como vida), y en base a los objetivos cumplidos y las monedas ocultas encontradas. Las monedas sirven para ir desbloqueando nuevos pitufos pero estos -y aquà han perdido una gran oportunidad- no son personajes jugables. Es cierto que tener 30 pitufos donde elegir viendo lo desaprovechados que están los que sà puedes usar no añadirÃa nada al juego, pero aún asà es decepcionante no poder jugar con Panadero, Pintor o Narrador.
Al comienzo de la fase puedes elegir qué pitufo usar, pero en la primera partida no importa mucho cual uses ya que todos son igual de útiles. Los enemigos que encuentras (que son animales embrujados para atacarte) se pueden esquivar o saltar encima de ellos para «liberarlos». Al desaparecer dejan detrás unos viales de un lÃquido azul, y cuando consigues el suficiente entras en un estado de Azul Verdadero. Suena la música de los pitufos, las bayas te dan el doble de puntos y todo parece más animado mientras sigues adelante «liberando» animales para conseguir aguantar más este estado. Realmente no sirve para nada (bueno, para aumentar tu puntuación) pero alegra el juego.
La última fase de cada mundo es una pelea contra un jefe. Estos pueden ser los tÃpicos de la saga -Azrael y Gargamel- como otros creados especialmente para la ocasión, como un oso polar gigante. Las peleas son también bastante sencillas, con patrones de comportamiento claros que aunque no son siempre fáciles de evitar no te matarán mientras conserves alguna baya.
Una partida puede durar entre 3 o 4 horas, y cuando llegas al final puedes volver a comenzar para recoger todas las monedas. En una primera vuelta no puedes conseguirlas porque, o bien no llevas al pitufo necesario o están encerradas por piedras irrompibles, para forzarte a tener que jugar otra vez.
En esta segunda partida puedes cambiar de pitufo en cualquier momento con los gatillos, como en los juegos de LEGO. Pero el reto sigue siendo escaso, y más cuando los dos únicos pitufos útiles (Filósofo para dobles saltos y Valiente para romper piedras) están uno al lado del otro y no te hará falta ciclar por el resto.
Por suerte han tenido la buena idea de incluir un modo cooperativo local para 4 jugadores. Incluso los juegos más mediocres pueden resultar divertidos si les añades la opción de jugar con varios amigos.
Naturalmente la dificultad sigue siendo mÃnima, pero gracias a los choques entre personajes las posibilidades de sufrir accidentes aumentan. Los pitufos pueden saltar unos encima de otros, pueden chocar y rebotar durante un salto o incluso empujarse «accidentalmente» cuando estás al borde de un abismo, saltando a tu muerte. Digo muerte aunque realmente es prácticamente imposible que suceda, ya que cada vez que caes en un foso o chocas con algún enemigo o trampa simplemente sueltas las bayas acumuladas, que puedes volver a recoger, y solo mueres si no tienes ninguna en tu posesión. Incluso asÃ, mientras queden jugadores en pantalla revivirás en el siguiente punto de control, asà que es más permisivo que jugando solo.
Jugando en cooperativo también es más fácil conseguir monedas, ya que es más probable que alguien haya elegido al pitufo necesario, y pueden colaborar entre ellos saltando de unos a otros o sacrificándose para conseguir alguna moneda sabiendo que quedan compañeros vivos que continuarán la partida. Además, algunos de los objetivos de los niveles requieren que haya más de un jugador.
El salto está bien implementado y responde, pudiendo mabiobrar bien con el pitufo en el aire, algo imprescindible en este tipo de juegos. Bueno, en los que demandan un poco más del jugador, en este caso te servirá solamente para estar seguro que podrás librarte de tus compañeros si fuese necesario.
Es un juego demasiado fácil, corto y orientado a los niños, por lo tanto poca gente querrá ostentarlo en su perfil. Aún asà es entretenido de jugar y puede hacerte pasar un buen rato con amigos. Para jugarlo solo, mejor abstenerse.
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