Análisis: Majin and the forsaken kingdom

10 de marzo de 2011 a las 9:49 am


Últimamente Game Republic no para de trabajar. Después de la secuela de Dragon Ball Origins y el decepcionante Furia de Titanes (¿quien esperaba que saliese algo bueno?) recientemente han publicado Knights Contract y el juego que hoy nos ocupa: Majin and the forsaken kingdom.

Tan solo viendo la portada es imposible no pensar en The last guardian, el esperado juego de Team ICO. También se le puede sacar un ligero parecido con ICO, aunque desde luego Majin no es la frágil Yorda, y la relación con el protagonista humano Tepeu seguramente no acabará como una triste noticia de violencia de género.

Majin es como un niño: un niño gigante que aplasta monstruos con sus manos y exhala fuego y viento de su boca, pero con buen corazón y necesitado de afecto. Algo extraño para ser uno de los míticos defensores de la naturaleza, aunque también hay que tener en cuenta los cambios que ha sufrido el mundo a causa de la Oscuridad.

Todo el mundo está cambiando: los bosques se transforman, los árboles se queman y los animales se convierten en monstruos, las ciudades desaparecen y sus habitantes también se ven transformados. Todos los enemigos que te encuentras fueron personas en algún momento, pero eso no impide que los ataques mientras llevas a cabo tu misión para devolver al mundo a su estado original.

Para conseguirlo necesitarás al Majin, el único ser con la suficiente fuerza como para poder enfrentarse a los monstruos, aunque ahora está prisionero en el castillo del Rey de la Oscuridad.

El juego comienza con Tepeu en el castillo, buscando a Majin entre sus enormes salas que estarían deshabitadas si no fuese por los monstruos. Esta parte es usada a modo de tutorial (y demo, que no le hace ninguna justicia al resto del juego) y en ella te enseñarán como moverte por el mundo: además de correr y saltar puedes agacharte para pasar por agujeros o moverte silenciosamente para sorprender y ejecutar a tus enemigos con un único ataque.

Tus golpes son débiles, pero irás mejorando tu pericia a medida que avance el juego, aunque nunca notarás más diferencia que el número de golpes que necesitas para matar a un enemigo. No existe ningún tipo de combo a realizar con tu única arma, al menos hasta que encuentres al Majin.

A partir de entonces podrás usar los ataques de combinación, en los que tú y el Majin ejecutais un ataque conjunto (normalmente te coge y te tira sobre el enemigo, y lo atacáis a la vez) y más adelante, a medida que el Majin vaya recuperando poderes, ataques con varios elementos. Siguen sin ser los típicos combos y mejoras de ataque de cualquier otro juego de acción (son prácticamente automáticos), pero con alguien como Majin a tu lado no necesitas nada más.

Los combates son escasos, contra pocos enemigos a la vez y la fuerza bruta del Majin impedirá que te maten… muy a menudo. La dificultad tampoco aumenta durante los combates contra jefes, sobre todo porque están basados en encontrar sus puntos débiles y explotarlos. Una vez los conoces no te durarán ni dos minutos, algo no muy difícil porque siempre consisten en usar el nuevo ataque que hayas conseguido.

Los combates parecen estar ahí solamente para que veamos como se van estrechando los lazos de amistad entre los dos personajes, y no podrás evitar sonreir cuando tras una pelea se pongan a bailar con pasos absurdos.

Es difícil no querer a Majin, siempre sonriendo, relamiéndose cuando le das una fruta para aumentar sus poderes, aplaudiendo cuando haceis algo bien o simplemente viendo como se lanza en plancha contra los enemigos para aplastarlos bajo su barriga.

Pero también habrá momentos en que te gustaría estrangularlo: cuando ves que se retrasa o da un traspiés y se cae al suelo en el momento más inoportuno, cuando en lugar de pelear se queda mirando al cielo o se tapa los ojos, cuando tarda en obedecer tus órdenes para que te cure, ataque o se aleje de un enemigo…

Supongo que es imposible conseguir una inteligencia artificial que se comporte bien en todas las situaciones, pero Majin lo intenta. Siempre tienes disponible un pequeño menú con el que darle órdenes si lo necesitas, o para que te ayude a resolver los puzles que pueblan el mundo.

No es que los puzles sean excesivamente complicados, tu objetivo es conseguir cofres con experiencia para subir de nivel, trajes que te den bonificaciones o frutas para aumentar el poder del Majin. Normalmente el camino está libre para pasar a la siguiente zona, y los cofres están casi siempre a las vistas y son fáciles de coger.

De vez en cuando hay alguno que requerirá de la ayuda del Majin para hacerte saltar más alto, quemar alguna caja que haya en tu camino o lanzar algo por los aires. No son difíciles pero en algún momento encontrarás alguno realmente ingenioso y te quedarás irremediablemente atascado, viendo un cofre tentándote en ese lugar imposible de alcanzar. Como puedes retroceder siempre que quieras no te preocupes y sigue adelante. Puede que no hayas sabido como cogerlo porque alguno de los cofres no los puedes alcanzar hasta que el Majin adquiera un nuevo poder, forzándote a pasar por zonas ya visitadas.

El mapa es bastante grande, los tiempos para ir de un lugar a otro andando son altos y lo único que hace soportable el retroceder a un lugar ya visto es que… ¡es todo tan bonito!

El mundo de Majin es muy colorido. Aunque la oscuridad se haya adueñado de todo, la belleza de los parajes y escenarios sigue estando muy presente. El sol brilla entre los árboles y acaba dejando paso a una noche de tonos azulados. Solo la vegetación que se abre paso entre murallas y casas o el suelo de ceniza deja entrever el estado real del reino.

No nos engañemos, técnicamente no destaca en nada. Tiene algunas texturas que resaltan un poco (sobre todo en sitios planos, así que no tiene mucho mérito) pero cumple perfectamente gracias a su apartado artístico.

Los enemigos están cubiertos de alquitrán y pasan su oscuridad a la tierra y si te descuidas tú también acabarás sucumbiendo. Cuando eso sucede tus pasos se vuelven pesados, la negrura te va envolviendo, la notas como resbala por tu cuerpo hasta el suelo y tienes que zafarte de ella como puedas. Tus enemigos no tienen esos problemas: se lanzan a por ti con movimientos rápidos difíciles de esquivar, y tus ataques no son muy efectivos. Tan rápido como vienen se van, con los golpes de Majin lanzándolos lejos dejando una estela de lodo negro.

El movimiento viscoso del alquitrán es un buen contraste con los bucólicos paisajes que salpican el mundo. Muchos juegos habrían optado por un aspecto más oscuro, pero entonces Majin no se alzaría como ese rayo de esperanza. No sería creible un monstruo con ese comportamiento infantil ante una situación tan dura, y no disfrutaríamos tanto simplemente paseando de un lado a otro.

Reforzando su aspecto infantil está su limitado vocabulario, con una voz menos fiera de lo que esperaríamos por su aspecto e increiblemente completamente en castellano. Últimamente Namco está trayendo al menos sus juegos más importantes doblados, y es algo de agradecer.

Las voces de Tepeu y Majin son bastante buenas, pero las de los secundarios son otra historia. Todas tienen una entonación vacía y plana, y cuando son animales hablando los dobladores ponen unas vocecillas de falsete que dan grima. Quedémonos entonces con lo importante: el juego está doblado.

Debo decir que me ha resultado dificil analizar este juego. Tiene un sistema tan simple que no puedes profundizar mucho en él, sus puzles son sencillos en su mayor parte, su combate también, la música no destaca en nada (tuve que volver a jugar para constatar que sí, hay efectos de sonido en cada zona, música ligera de cuerda y tambores y temas más ominosos en combate) y sin embargo… derrocha encanto por los cuatro costados.

Si lo único que le pides a un juego es pasar un buen rato, prueba Majin. Cada hora que he pasado delante de la pantalla (y han sido más de veinte, habrá gente que lo acabe en diez) la he disfrutado como un niño, y estoy seguro que a cualquiera que lo pruebe le pasará lo mismo.

 

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