Análisis: Prince of Persia, las Arenas Olvidadas (DS)

7 de septiembre de 2010 a las 9:45 am


Prince of Persia por fin ha llegado al cine. Para celebrarlo Ubisoft ha lanzado varios juegos para todas las plataformas: un juego en entorno 3D para las consolas de alta definición PS3 y Xbox 360, uno distinto con el mismo estilo para Wii, otro con jugabilidad 2D en un entorno semi 3D para PSP y por fin un juego casi completamente en 2D para DS.

El encargado de su desarrollo ha sido el estudio de Ubisoft en Casablanca, y lamentablemente el resultado no está a la altura del resto de versiones.

Como siempre la historia gira en torno al príncipe y una nueva amenaza al trono y a su familia. En esta ocasión una secta ha liberado a su maligno señor y en el proceso la gente del reino se han convertido en monstruos. Ahora el príncipe tendrá que liberar a su pueblo y derrotar al malvado demonio y a sus tres lugartenientes. Con la ayuda de Razia, un espíritu que tiene el poder de detener y rebobinar el tiempo, viajará a través del reino para que vuelva a reinar la paz.

A diferencia del resto de juegos de Prince of Persia (incluyendo el de la otra portátil, PSP) el estilo es kiddie y deformed, o sea, dibujos simples y personajes cabezones destinados a un público infantil. La excepción son las escenas que ilustran la historia y otras imágenes con diálogos, en las que el príncipe y Razia tienen un aspecto más realista.

Con este estilo gráfico ya dejan bastante claro lo que tenemos que esperar de este juego: un producto destinado a niños o personas que no hayan tocado nunca un juego de acción y plataformas. Y cuando comenzamos a jugar vemos que no nos habíamos equivocado.

Empecemos por los controles: hay que usar el stylus para manejar al príncipe. Eso no sería ningún problema si no fuese porque tienes que ir tocando en la pantalla donde quieres que se mueva, por lo que tu mano te tapará una parte de la acción. Pero no te preocupes, eso no es ninguna desventaja. Tus movimientos son casi automáticos: señala un lugar de la pantalla lo bastante alejado y el príncipe se moverá saltando por todos los obstáculos sin que tengas que preocuparte de darle más órdenes.

Como en todos los Prince of Persia, encontrarás bastantes trampas: pinchos que salen del suelo o paredes, cuchillas que se mueven o te persiguen, troncos balanceándose en tu camino, fosos sin fondo… Puedes esquivarlos para evitar que te quiten parte de tu vida, como harías en cualquier otro juego, pero realmente no hace falta.

Excepto en unos casos concretos en los que el contacto es mortal, y que usan para hacer del nivel una prueba contrarreloj, todas estas trampas te quitan tan poca vida que el peligro es inexistente. ¿De qué sirve tener la habilidad de detener el tiempo para sortear los obstáculos si no ofrecen el suficiente peligro para necesitar hacerlo?

De esta forma la dificultad cae en picado y queda bajo mínimos. No hay ninguna sensación de estar superando el juego por tus propios medios, todo es un mero trámite. Hay juegos que son fáciles pero en los que sientes que tienes el control, en éste juegas por jugar, el reto no existe y la recompensa tampoco.

Solo hay ciertos momentos en los que ves un atisbo de dificultad, pero no es gracias al diseño de los niveles, si no porque algunos de los movimientos están mal implementados. En concreto, hay ocasiones en las que tienes que enderezar un cortinaje que se agita para poder subir por él y tienes que «rascar» encima suyo para lograrlo. A veces funciona, a veces lo interpreta como que quieres moverte hacia él y saltas a tu muerte. Eso y algunos saltos entre plataformas en los que no parece hacerte caso son lo más difícil que verás en el juego.

Ni siquiera es difícil el combate. Es tan fácil e inconsecuente como el resto del juego, pero les concederé a los desarrolladores que está muy bien hecho. Los movimientos del príncipe son fluidos, y los pocos golpes que puede ejecutar son suficientes. Moviendo el stylus sobre el enemigo («tachándolo») hace que el príncipe le ataque con la espada, punteando sobre él hace que salte por encima, y pulsando sobre el príncipe se defenderá con la espada.

Si por algún milagro tu oponente consigue quitarte parte de tu vida no te preocupes, dejará una poción que te restaurará una parte.

El juego está estructurado en cuatro fases con varios niveles cada una. Al final de cada fase nos encontraremos un jefe, y los combates con ellos son tan fáciles como contra los soldados. Es más, diría que su dificultad va bajando y cada vez duran menos. Normalmente son enemigos gigantescos (lo que permite la pantalla de DS) que siguen un patrón que tienes que averiguar. Solo me resultó difícil el jefe del tercer nivel, y no por que fuese resistente o difícil de matar, si no porque la forma de hacerlo no era intuitiva en absoluto.

Para acabar tendríamos que dedicarle unos instantes a los puzles. La parte de plataformas es increiblemente fácil, y los puzles ya nos podemos imaginar que también. Pero aunque son los típicos a veces muestran un poco de imaginación, y el buscar como abrir esa puerta (qué losa pisar, en qué orden, como conseguir que quede apretada…) le devuelve un poco de interés al juego.

Al principio son sencillos: pisa la losa para abrir la puerta y llega hasta ella antes de que se cierre. Luego se complican: la puerta está más lejos, o tienes que mantener la losa apretada, o hay más de una puerta que abrir. Y más adelante tienes que ir usando las nubes de arena para trazar el recorrido hasta la puerta, o controlar un soldado para que la abra por ti mientras tienes que ir moviéndote para no quedarte atrás. Por último, están los puzles que no tienen ningún sentido y solo consiguen frustrarte. Alguno lo solucionarás con prueba y error, pero en otros estarás atascado bastante tiempo a menos que veas la solución al momento.

Para hacer un poco más variado el desarrollo también encontraremos fases a caballo. En esta ocasión contaremos con una vista desde detrás del caballo, viendo el escenario en 3D acercarse a nosotros con tan poco interés como en el resto de fases. Aquí en cambio el control parece menos fiable y es más fácil chocar contra paredes o caer por los laterales de la pista.

En general las partes buenas son demasiado escasas y no podrán hacernos cambiar la opinión que nos formaremos durante los primeros minutos de juego: Prince of Persia para DS es un mal juego de plataformas, insulso y excesivamente fácil, y con unas 4 horas de juego es además muy corto y nada rejugable. Bueno, no es cierto. Si quieres conseguir todos los cofres, que tampoco están muy escondidos, seguramente tendrás que repetir varias veces alguno de los niveles. Pero la pregunta es… ¿querrás hacerlo?

Si la respuesta es no, siempre puedes dárselo a tu hijo o sobrino. Quizá a ellos sí les guste.

 

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