En 1982 Activision publicó un juego para Atari 2600 que sería de los más vendidos de la consola: Pitfall. 30 años después y tras varias secuelas, ports y adaptaciones a numerosos sistemas, Harry celebra su aniversario intentando escapar de un volcán en un nuevo juego para dispositivos iOS. Eso sí, esta vez no tiene nada de innovador, porque se basa en el mil veces copiado Temple Run.

Jugablemente muy parecido, posiblemente la mayor diferencia sea la menor dificultad de este título. Y es que recorrer varios miles de metros es bastante fácil una vez te habituas a los obstáculos que te encuentras, lo que para los que somos menos hábiles es un punto a favor.

Muy pocas veces me he visto en una situación en la que no podía ver con claridad el siguiente obstáculo, ya sea porque los espacian lo suficiente, la cámara te permite ver claramente lo que viene a continuación o porque cuando se te viene encima algún cambio en el recorrido (caen árboles o rocas, hay derrumbes, se acercan escorpiones…) hay pistas visuales o sonoras.

Para aliviar aún más la dificultad hay puntos de control cada 2.000 metros (la meta está a los 20 mil, parecer ser), que puedes activar con los diamantes y lingotes que vayas recogiendo, aunque necesitarás también gastar fichas (que también hay que comprar) para reiniciar la partida desde ellos. Y por si acaso también puedes comprar tónicos que te reviven si te matan.

La tienda está llena de otros objetos, como antídotos para las mordeduras de serpientes y escorpiones o tónicos de velocidad, y mejoras para tu jaguar (que se mueve automáticamente durante unos cientos de metros mientras eres invencible) o para ampliar los efectos de los tónicos. También hay trajes, como no.

El «dinero» para estas compras puede ser virtual o real. Durante tu carrera recogerás lingotes, y al subir de nivel te dan diamantes. Con esto podrás comprar cualquier cosa, pero naturalmente tendrás que jugar bastante para poderlos utilizar. Los lingotes son los más comunes, claro, pero con ellos no podrás activar los puntos de control. Con los precios que piden en diamantes, o estás horas para conseguir la suma exigida o los compras con dinero. Si el juego te gusta no habrá ningún problema, porque seguro que los 3 o 4 euros que te piden por alguno de los lotes de diamantes los amortizarás con creces. También venden un multiplicador x2 de lingotes por 1’59 euros, que reconozco que acabé comprando. Con la de horas que llevo perdidas con este juego no me ha parecido en absoluto una mala compra.

Lógicamente, no puedes esperar una gran variación sobre la fórmula básica: tu personaje se mueve automáticamente por una pista con hasta 3 «carriles» y tú solo puedes controlarlo moviendo el dedo sobre la pantalla hacia arriba (para saltar), hacia abajo (para agacharte), y hacia algún lado para deslizarte en esa dirección, o también inclinando la pantalla si necesitas un mejor control.

La cámara puede cambiar de posición, y aunque lo normal es que esté situada detrás tuyo también puede alejarse para enseñarte una vista lateral. Esto no pasa a menudo, y menos en las fases en las que entras en las minas y te montas en un vagón al más puro estilo Indiana Jones, o las de motocicleta. Aunque en estas no me hubiese importado ese cambio de cámara.

Gráficamente es una delicia con su aspecto cell-shading, contando con la suficiente variedad de escenarios para mantenerte interesado. La animación de Harry también está bien conseguida. El apartado sonoro es más discreto, con únicamente un par de temas durante todo el juego. Durante las primeras partidas sufrí parones de unas décimas de segundo en los momentos más inoportunos, pero hace tiempo que no se han vuelto a repetir así que no puedo criticarlo como un fallo del juego.

No es gratis, pero por el módico precio de 0’79 euros y a poco que te guste este tipo de juegos de carreras disfrutarás de horas y horas de diversión. Completamente recomendado.